La carta estaba en mi mano, la cabeza me dolía y pensaba que formaba parte de una película. No sabía cómo calmarme, las palabras han quedado grabadas en mi mente. Alguien estaba convencido de que había matado yo a una persona.
Después recordé el cuchillo brillante en el bolsillo de la mujer. A lo mejor ella era la asesina. Si pudiera demostarlo, entonces recibiría el premio, los millones de dólares que me convertirán en un hombre sin problemas financieros.
Estaba caminando por un pasillo decorado de pinturas cuando oí un ruido. Alguien me seguía y yo estaba completamente solo. Aceleré mis pasos para poder dejar a esta persona detrás pero de repente una mano me tapó los ojos luego mi boca también. Intenté escaparme pero el desconocido era muy fuerte y mis acciones no servían de nada.
- ¡Tranquilízate ya! No quiero hacerte daño pero tienes que escucharme.
- Entonces suéltame.
Enfrente de mí había un hombre alto de ojos azules.
- ¿Qué quieres de mí? - le pregunté.
- Necesito a un socio para ganar este juego imbécil por eso tengo una propuesta para ti. Juntos averiguaremos quién es el asesino y después podemos dividir el premio ente nosotros.
- ¿Y por qué quieres que sea yo tu socio…?
- Bruno. Me llamo Bruno.
- Diego.
- Pues Diego, te considero lo más inteligente de las personas que están aquí. Así que dime, ¿quieres ganar los millones o eres cobarde?
- Tenemos un acuerdo.
Nos dimos un apretón de manos luego bajamos al salón donde los otros participantes del juego estaban. Había gente que charlaba pero la mayoría estaba sentada en diferentes puntos de la habitación.
- ¡Ayuda! ¡Ayúdame por favor! - gritó una mujer de setenta años.
De repente todo el mundo se acercó a la anciana que después subió por las escaleras. Lllegamos al pasillo donde había hablado con Bruno.
-¿La veis?
Su dedo señaló al suelo.
La mujer con el cuchillo estaba muerta.
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