Al día siguiente después de levantarnos reservamos alojamiento en Airbnb y luego partimos al centro. Visitamos la Basílica de Santa María, la plaza mayor, el castillo y el barrio judio. Después del almuerzo ocupamos el nuevo alojamiento que fue muy moderno y bonito. Queríamos cenar en un restaurante por eso volvimos al centro en coche. Aparcamos en una calle pequeña y empezamos a buscar un restaurante. Encontramos uno donde probamos la bola de masa hervida que fue muy rica. Luego paseamos por la ciudad y a las nueve decidimos volver al apartamento. Mientras caminábamos nos dimos cuenta de que no sabíamos dónde estaba el coche. No recordamos al nombre de la calle y tampoco habíamos sacado foto del rótulo de calle. Nos desesperamos porque ya era tarde y hacía frío. Ya llevábamos una hora buscando el coche cuando se nos ocurrió la idea de que podríamos ver los destinos anteriores en el móvil de mi madre y así encontrar el nombre de la calle. Eso fracasó porque esa función no fue encendida en su teléfono y también se quedó sin batería. No tuvimos otra idea por eso nos separamos y seguimos buscando el coche en parejas. Cada pareja tenía un móvil.(este detalle será importane) Sobre las 11 mi novio y yo nos rendimos y llamamos por teléfono a mi madre y mi hermano que llamáramos un taxi y fuéramos al alojamiento. En el momento de subir al taxi mi teléfono murió por el frío. Si esto hubiera ocurrido unos minutos antes no habríamos encontrado a mi madre y a mi hermano. Tenía mucho frío y al llegar al alojamiento me bañé que no me ayudó mucho porque en Polonia el agua caliente no es tan caliente que en Hungría.
Al
día siguiente por la mañana mi madre volvió por el coche y dentro de unos
minutos lo encontró. En ese día no ocurrió nada interesante solo mi hermano entró
en caca de perro. Sobrevivimos ese día sin preocupación y sin problemas.
En el
último día fuimos a Zakopane que fue maravilloso. Queríamos comer lángos por
eso nos pusimos en la cola. Mientras estábamos esperando tradujimos las palabras
queso y crema agria al polaco porque pensábamos que la vendedora no
hablaba en inglés y queríamos mostrarle la pantalla de teléfono. Cuando le
mostraba las palabras, para mi sorpresa, me dijo lo siguiente en húngaro: „No
puedo leer lo que me muestras porque es tan pequeño.” Después nos contó que
vivía en Debrecen y que en verano y en invierno trabajaba en Zakopane. Nos
despedimos y partimos a Debrecen.
Este
viaje fue uno de lo más interesantes con muchos problemas pero no me he
arrepentido ninguno de sus momentos.
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