La primera vez que la vi pensaba que era una chica rara del pueblo. Llevaba zapatos folclóricos y tenía una cara muy presumida. Ella creía que yo era una chica pija a quien le interesaba la moda y nada más. Mi madre me preguntó si quería que ella fuera mi compañera de habitación y le dije que sí. Ella esperaba que nunca volviera a verme como me había encontrado muy antipática.
Medio año después
tuvimos que mudarnos en la residencia. Yo fui la primera por eso no me encontré
con nadie de la habitación. Después de la inauguración del año nuevo una chica
de Berettyóújfalu y yo fuimos a comer en el McDonald’s. Tendríamos que volver a
la residencia para asistir en la bienvenida de los novatos pero yo no lo sabía
ni de la reunión, ni el camino. Al final llegamos tarde... Cuando entré en el
cuarto las chicas ya estaban allí. Me saludaron sonriendo pero yo sentía que mi
aspecto no era simpático para ellas. Creo que pude mostrarles que su prejuício
no tenía razón y ya en la primera noche nos reíamos tanto que una profesora nos
reprendió que nos calláramos.
Todos los días
fuimos al insti juntas, charlando. Lamentablemente en este año por la virus no
volvió a nuestro domicilio pero intentamos quedar todos los días.
Contamos al otro
las cosas más cotidianas. Tenemos secretos muy “oscuros” que nadie más los conozca
excepto nosotras y también más ligeros, por ejemplo uno del mapa. En casa
normalmente no ve series pero a veces en la habitación sí. No sé por qué, pero
cuando las veo con ella son más divertidas. Mi favorito es cuando al día
siguiente no tendremos clases por eso podemos acostarnos más tarde y tener un
maratón de Phineas y Ferb o de algo muy “devastador” (su favorita es Győzike
show). En mi opinion somos diferentes a los demás; decimos la verdad aunque sea
cruel; intentamos alegrar el otro cuando esté triste...
¿Cómo convirtió
la antipatía en amistad? De verdad, no tengo ni idea. Quizás es el trabajo del
tiempo, la convivencia y el más importante: llegamos a conocernos.
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