sábado, 12 de diciembre de 2020

En total habíamos diez. Diez personas con miradas curiosas sentadas alrededor de una mesa. Estaba claro que ninguno de nosotros sabía qué pasaría en los siguientes momentos aunque todos aceptamos la invitación teniendo la esperanza de poder ganar el premio, millones de dólares. 

Fue el lunes pasado que había recibido esta carta anónima cuyo título era un desafío para los valientes. Mi corazón latía fuertemente cuando leía las palabras negras que me prometían un futuro mejor. 

Y solo por esta carta estaba allí en este salón con las otras personas desconocidas. A lo mejor me habría debido quedado en casa pero ya era tarde, ya entré en este castillo particular.

La mujer a mi lado de repente tocó su chaqueta y en este momento mis ojos percibieron algo raro, algo brillante en sus bolsillos. 

Un cuchillo.

No entendí nada.¿Por qué llevaba la mujer un cuchillo encima? Eso era solo un juego, cuyo ganador recibiría una alta cantidad de dinero. O al menos eso pensaba yo. 

Pero estaba muy equivocado. 

-¿No lo oís? - preguntó inesperadamente una mujer mayor. - Alguien está gritando!

Levanté la cabeza y empecé a prestar atención. La mujer no mintió, alguien de verdad estaba gritando. Ya todo el mundo pudo oírlo, eran tan fuertes las gritas. 

-¡No os levantéis! - dijo una voz cuyo dueño no veíamos. - Estoy muy alegro que todos hubierais decidido participar en mi juego fantástico. Las reglas son sencillas. Entre vosotros hay un asesino y el que lo descubre recibirá los dólares que había prometido. ¡Pero cuidado! Solo puedo darle el dinero al que está vivo.¡Que os lo paséis muy bien!

-¿Pero qué juego es eso? - lloró una mujer. 

- Ahora podéis ver cuanto os importa el dinero. Todos estáis aquí por esta razón. Yo puedo daros estos millones pero de cambio quiero un espectáculo. Nada es gratis en esta vida.¡El juego empieza ahora!

No entendí nada de este caos. Todo el mundo dejó su sillla y comenzó a ver los otros de forma sospechosa. 

Decidí descubrir el castillo ya que no podía hacer nada más con los otros. Tenía que darme cuenta de lo que estaba pasando. 

Sin embargo noté que algo estaba en mi bolsillo. Una carta que decía:


Sé que eres tú el asesino. 


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