Por
primera vez te podría parecer raro vivir en una habitación con otra gente. A mí
también me parecía hasta que no me encontrara con las chicas, con mis compañeras de
habitación en la residencia, con mis mejores amigas, con mi segunda familia. En
el primer año
viví con 6 personas. Esto fue más difícil, porque no nos conocimos tanto,
teníamos que aguantarnos las costumbres raras, o no tan raras solo diferentes,
de las otras personas, teníamos que aprender cómo vivir juntos, construir una
vida lo que fuera conveniente para todos. Esto no solo significa que cuando uno
duerme entonces los otros no hacen ruido, sino también que ayudamos mutuamente,
sean los deberes o un problema emocional. Si tienes un conflicto en una
habitación, debes decirlo, porque si no, el ambiente donde vivís puede cambiar,
puede llenarse de estrés y tensión.
Pero no
solo dificultades tiene la residencia. Divertimos mucho, nos hicimos muy buenos
amigos para una vida entera. Compartimos todo, la comida que teníamos, las
emociones, las sonrisas, los recuerdos.
Así pasó
el primer año.
Nuestra vida cambió mucho, cambiamos de escuela, teníamos que estudiar más y
diferentes cosas. Vivir sin los padres con chicas desconocidas, en un edificio
desconocido. Nos cambiamos nosotros también, en el estilo, en la forma de
pensar, en la organización de nuestras cosas.
Después,
en los siguientes años
unos fueron de la residencia y de nuestra vida también, pero los que quedaron,
ellos siempre estarán allí contigo, es seguro. Siempre vienen nuevas personas
quienes te transforman, te llenan con algo especial.
Ahora vivo con tres chicas, casi cuatro, porque tenemos una amiga quien siempre está allí y pertenece a nuestro grupo de amigas. Sin ellas no sería quién soy yo ahora y a pesar de los conflictos y problemas, segimos siendo mejores amigas y seguirémos después de la escuela también. Porque ya somos una familia.